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Los mares desconocidos

 

Colombia tiene en sus mares un potencial inexplorado y subutilizado. El desconocimiento de la riqueza natural que contienen sus aguas oceánicas impide tener políticas para protegerlas y limita el desarrollo de sus recursos, que debería beneficiar a las poblaciones de las zonas costeras.

 

El rezago en investigación de las áreas marinas nacionales es deplorable: el país cuenta con 92,8 millones de hectáreas de mares y sólo se tienen identificados los ecosistemas que hay en 472.688 de ellas. Ese 0,51% de zonas exploradas deja en evidencia la indiferencia histórica de Colombia hacia sus océanos, así como las limitaciones para gestionar y destinar los recursos tanto económicos como tecnológicos que demandan.

Lo que se conoce de las riquezas del Pacífico y el Caribe colombianos es fruto de una tarea que comenzó hace 40 años, tiempo corto para descubrir y entender el patrimonio ambiental que contiene la vasta extensión de mares patrios.

Si bien se debe resaltar el esfuerzo de entidades como el Instituto de Investigaciones Marinas, Invemar, para aminorar el atraso en las investigaciones, la tarea avanza lenta y sólo ahora parece concitar el interés real del Estado.

La atención se ha concentrado en los hábitats caribeños, donde se han explorado 420.219 hectáreas y definido 114 ecosistemas; frente a esos resultados es desalentador saber que en el Pacífico apenas hay las 43.488 hectáreas estudiadas, en la isla de Malpelo y en Bahía Málaga, con 11 ecosistemas encontrados. Reconociendo la importancia de las aguas del Atlántico, nada justifica el rezago al que se ha sometido al llamado mar de Balboa.

La riqueza natural del Pacífico es incalculable. Tiene zonas como Malpelo que han sido declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad y sus recursos deberían conocerse a plenitud para que puedan ser aprovechados por las comunidades de la región.

De nuevo hay que recabar en el olvido y el abandono que padecen las poblaciones de la Costa Pacífica, así como en la necesidad de brindarles las oportunidades de progreso que se merecen. En su mar tienen la posibilidad, que se les sigue negando, de superar sus altísimos índices de pobreza para que puedan forjarse un futuro más próspero.

Para que ese desarrollo sostenible de las zonas marinas sea viable, es necesario garantizar la conservación de sus recursos naturales, lo que se logra si se tiene el conocimiento de su riqueza ambiental y en fauna y flora. Es el principio para establecer las políticas más efectivas que eviten su deterioro, así como determinar los planes para que se les dé buen uso.

Los pasos para hacer el ‘mapa azul’ de Colombia, aunque lentos, se están dando.

El impulso no puede detenerse y hay que meter el acelerador que permita avanzar en el conocimiento y en la determinación de las acciones para conservar los mares nacionales, que ya sienten los efectos del manejo inadecuado al que han sido sometidos así como los del calentamiento global que vive el Planeta. Estar entre dos océanos es un privilegio al que hay que asumir con responsabilidad y sabiduría.

Fuente: http://www.elpais.com.co/